Dos investigaciones recientemente publicadas aportan información de relevancia en el estudio de los microorganismos del suelo y de los efectos de un disturbio natural inesperado y de gran magnitud, como fueron las erupciones del volcán Puyehue, en un campo del conocimiento prácticamente inexplorado.
Según consgina Yanina Paula Nemirovsky en el sitio de divulgación científica Sobre la Tierra (SLT) de la FAUBA, Amy Austin, profesora asociada de la cátedra de Ecología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) e investigadora principal Conicet, dirigió dos trabajos de intensificación de esa institución que arrojaron luz sobre un tema muy poco conocido: el impacto de una erupción volcánica sobre la fauna del suelo y los procesos ecosistémicos.
Estas investigaciones fueron realizadas por Paula Berenstecher y Daniela Gangi en el marco de sus tesis de grado de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la FAUBA, que fueron elegidas entre las 10 mejores en 2013 y 2014, respectivamente.
Contra todos los pronósticos, las cenizas habrían producido un efecto benéfico sobre el ecosistema.
Gangi se sorprendió con el resultado de sus trabajos, al ver que la cantidad total de artrópodos presentes en el suelo no solamente no habían reducido, sino que habían aumentado, tras la erupción del volcán.
En el trabajo de intensificación de Berenstecher, también dirigido por Austin, se estudió el efecto de las cenizas sobre los microorganismos del suelo, enfocándose en su actividad como descomponedores de materia orgánica. Y encontró que la ceniza estimula la actividad microbiana en el suelo, que contribuye a la descomposición de la materia orgánica.
¿Cuál fue la causa de este efecto de estimulación de las cenizas sobre los organismos del suelo y el aumento de su abundancia? Según las investigadoras, los ecosistemas serían mucho más resistentes y resilientes que lo que podríamos imaginar frente a disturbios naturales de gran escala.
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