«La Vitivinicultura en la Economía Argentina» -editada por el sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME)- hace un recorrido histórico y analítico de la vitivinicultura y se plantean medidas para salir de la actual crisis.
Estuvieron presentes la presidenta de la Comisión de Economías Regionales de la Cámara de Diputados de la Nación, Miriam Juárez y el ministro de Agroindustria de la Provincia de Buenos Aires, Leonardo Sarquis.
“El estudio destaca que desde hace algunos años el complejo se encuentra afectado por un conjunto de distorsiones que debilitaron la cadena, la rentabilidad y su competitividad con una estructura de costos crecientes, mayor presión impositiva, ausencia de crédito, cambio en las preferencias de los consumidores, menor poder de negociación de los productores, regulación deficiente del Estado y falta de trasparencia, entre otros problemas estructurales”, señaló Raúl Robín, presidente de Economías Regionales de la CAME.
Cornide, Sarquis, Juárez y Robin. (Foto: CAME)
La cadena vitivinícola en su conjunto se encuentra integrada por 25.860 productores de uva en 25.644 viñedos, 1.285 bodegas inscriptas (de las cuales 884 son elaboradoras), 21 plantas concentradoras de mosto, 25 fábricas de pasas de uva en San Juan (que concentran el 95% de la producción) y 29 plantas empacadoras de uva en fresco también en San Juan que explican el 90% de la producción.
En materia de empleo, la cadena genera alrededor de 105.000 empleos directos.
En el acto, se hizo hincapié en que la Argentina es uno de los principales productores mundiales de uva y el quinto productor de vinos del mundo.
No obstante, los especialistas remarcaron que como todos los sectores de base agropecuaria, la actividad vitivinícola está expuesta a fuertes oscilaciones, al tiempo que la etapa actual es una de las más delicadas en la historia.
Ante este complejo panorama, agregó: “Se advierte que en los últimos años se sumaron distorsiones coyunturales como, por ejemplo, la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores, retrasos en la cadena de pagos, caída de la demanda externa, un tipo de cambio poco competitivo y bajas en el precio internacional del mosto”.
El informe histórico de la CAME menciona también otros problemas como la sobreoferta de vinos en el mercado local y la fuerte concentración en todos los eslabones, que disminuye el poder de negociación de los pequeños y medianos empresarios.
Asimismo, se plantearon desafíos como la reactivación del ciclo de la vitivinicultura mediante el diseño de políticas y mecanismos que aseguren la sustentabilidad de los distintos actores, de manera tal de impedir caer en una crisis de ocupación en las regiones productivas.
Para lograr estos objetivos, se propone la elaboración de estrategias para limitar los abusos de poder de las grandes empresas, mejorar la integración de los agentes, incrementar los canales de comercialización, abrir nuevos mercados externos y aumentar la productividad de los pequeños productores.
De todos modos, para el año que viene se prevé cierta mejora si la inflación se desacelera y los ingresos de la población repuntan. “Si se fortalecen los controles y mejoran las condiciones de colocación del mosto en el mercado o se promueven alternativas de diversificación la rentabilidad de los pequeños productores podría comenzar a mejorar”, concluyó Robín.
«La Vitivinicultura en la Economía Argentina» se encuentra disponible en su versión digital en la Web de CAME (http://redcame.org.ar/seccion/regionales-estudios).
Deja tu comentario