El Centro de Investigaciones Sociales y Económicas (CISE), de la Fundación Libertad difundió un informe titulado «Revisión del crecimiento: la mentira y sus patas cortas».
Allí se desarrollan las claves para comprender el proceso de corrección de estadísticas de crecimiento del PBI.
El informe comienza recordando que el pasado 29 de junio, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos publicó un lapidario informe en el que trazó una corrección de los resultados publicados durante el gobierno kirchnerista para una de las variables claves de la economía: el producto bruto interno.
El saldo que arroja la publicación apunta a una sobrestimación del crecimiento durante el período 2004 a 2015 que asciende a unos 20 puntos porcentuales, medido de punta a punta. ¿Qué se modificó, por qué se mintió y cuáles son las consecuencias?
El proceso de intervención en el Indec que tuvo lugar entre el 2007 y el final de la administración de Cristina Fernández de Kirchner dejó como saldo una distorsión en las mediciones de estadísticas oficiales que asciende a más de 18%. Esto fue puesto en blanco sobre negro a través de la emisión de un informe titulado “Revisión del Producto Interno Bruto” como parte del restablecimiento de las estadísticas públicas que lleva adelante la institución, hoy bajo el liderazgo del economista Jorge Todesca.
¿Qué se modificó?
De acuerdo al informe publicado por Indec, en el período comprendido entre el 2004 y 2015, el crecimiento de la economía en la Argentina fue del 48,6% y no del 62,9% reportado hasta 2014 (y más del 65% al que se llegaría si se considera el resultado de 2015). Esto implica que durante el intervalo de tiempo bajo análisis, la economía argentina tuvo una expansión mucho menor a la que se reportó oficialmente.
Entre los datos más salientes, hay tres años en los que la administración anterior informó como períodos de crecimiento moderado que, según la revisión presentada hoy, fueron en realidad de contracción de la economía. El más notorio es el caso del año 2009, tras el estallido de la crisis subprime en los Estados Unidos y su propagación a los mercados internacionales, en el que, si bien se había informado un modesto crecimiento del 0,1%, la realidad indica que la actividad marcó una contracción del 6%. Esto implica que, en medio de una creciente intervención estatal en la economía, la Argentina fue uno de los países que mayores problemas tuvo para capear la crisis internacional.
Los años 2012 y 2014 también fueron períodos en los que el fiel de la balanza marcó del lado negativo. En 2012 se informó un crecimiento del 0,8%, cuando en realidad la economía retrocedió un 1,1%. Por otra parte, el 2014 tuvo un saldo real de -2,6% (el crecimiento reportado fue del 0,5%).
Vale destacar que la nueva medición difundida por Indec no es una corrección de las mediciones anteriores sino una nueva elaboración en base a fuentes alternativas, considerando que las oficiales no resultan valores fidedignos.
¿Por qué se tergiversó la información?
Más allá del efecto más inmediato que implica la distorsión de los resultados arrojados por el balance de crecimiento de la economía, que permitía exhibir falsamente un resultado positivo (pero inexistente) de las políticas implementadas durante la administración kirchnerista, el principal factor explicativo detrás del “maquillaje” del PBI debe buscarse en el ocultamiento de uno de los peores procesos inflacionarios del siglo XXI. La sobrestimación del PBI obedece principalmente a un error estadístico generado al considerar un nivel de nominalidad de la economía significativamente menor al efectivamente registrado.
A partir del año 2007 se inició un proceso de ocultamiento de la inflación en la Argentina que se encabezó desde el Área de Precios de la institución encargada de llevar las estadísticas nacionales. Luego la intervención se extendió a sectores como Cuentas Nacionales y Encuesta Permanente de Hogares, pero el principal daño a las estadísticas de actividad económica proviene de haber subestimado las variaciones en los niveles de precios.
Al registrar que los precios subían menos de lo que efectivamente subían, el total de la producción de la economía quedaba efectivamente sobrestimado. De esta manera, el ardid se completaba con una “buena noticia” artificial: contablemente el resultado era mejor del que la realidad hubiera indicado.
De esta manera el resultado era doble. Se escondía una inflación creciente (que el bolsillo de los argentinos debía tolerar de todos modos) y se le atribuía un falso éxito a políticas que tuvieron como resultado recesión, un cierre de la economía, pérdida de empleo privado, entre otros aspectos negativos.
¿Cuáles fueron las consecuencias?
Más allá del aspecto ético de las distorsiones en las estadísticas y a búsqueda de réditos políticos que puede asignarse a pretender mostrar un supuesto éxito de medidas económicas de corte elevadamente intervencionista, la deliberada modificación de los datos económicos ha tenido una incidencia negativa en el erario público producto de la sobrestimación en los pagos de los cupones de deuda pública que ajustan por la variación del producto bruto interno.
Con el cálculo revisado del PBI, claramente surge que se ha avalado pagos de más, una cuestión que en su momento fue denunciada por Alfonso Prat Gay en la Justicia Argentina por el año 2013. En números se calcula en USD 1.000 M el pago «extra» que recibieron los bonistas por la manipulación de los datos estadísticos referidos al crecimiento.
Apostillas del “maquillaje PBI”
– ¿Modelo de industrialización?
Si bien los cálculos originales asignaban un crecimiento destacado al sector industrial (24%), la revisión estadística indica que resultó de apenas el 11%. Esto indica que la prioridad al desarrollo industrial pregonada por el discurso oficialista de la administración Kirchner-Fernández no se materializó en un crecimiento focalizado en ese sector. Tampoco brilló el comercio, que creció un 19% y no un 40% como anunció el Indec intervenido. En contraste, el sector financiero marcó el mayor crecimiento (74%).
– Estancamiento y recesión.
El PBI se mantuvo prácticamente estancado durante el período 2011-2015. La diferencia entre esos años sería de apenas un 1%. La caída en el nivel de actividad que arroja para el comienzo de 2016 el informe deja a la Argentina oficialmente en recesión.
– Menor riqueza.
Los nuevos resultados apuntan que la generación de riqueza de la economía argentina es, en realidad, un 20% menor a lo que se estimó bajo las estadísticas cuestionadas y recientemente corregidas.
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